viernes, 22 de febrero de 2008

A mi Concepción

martes, 19 de febrero de 2008

DESTINO, LICOR Y FRIO

ACCIONES INCONCLUSAS Y RESIGNACION


Cerró con fuerza los ojos, una y otra vez, como esperando que algún milagro ocurriera, vacilo por un par de minutos y casi sin retirar su mirada de la copa que lo acompañaba, inerte sobre la mesa, llena del licor que seria su consuelo, por esa noche, lo tomo con sus manos temblorosas y bebió su amargo contenido.

Yo intentaba verlo a través del vidrio, los movimientos ondulantes que generaba su imagen que se proyectaba desfigurada en la copa, me imposibilitaban distinguir su rostro, algunas formas y difusas texturas, sin embargo, me permitirían aventurarme a realizar algunas conjeturas, casi tan difusas como las imágenes que las nutrían, por un momento, cuando repitió la, ya a esa altura mecánica, acción de consuelo creí tener la oportunidad de reconocerlo.

Un trago desmesurado del líquido contenido en la copa nuevamente me impidió llevar a cabo mi objetivo, luego de un par de segundos comencé a sentir esa extraña sensación de desvanecimiento, atrapado entre dos de los cinco compañeros que comenzamos esta nueva travesía los que impávidos veían el tiempo pasar, sin reparo alguno, lentamente cada instante iba disminuyendo su efímera vida y con ella, sus limitadas posibilidades de identificar que la había consumido.

Impulsado por las circunstancias, en un intento desesperado por darle sentido a mi existencia, tratando de dar fin, de una vez por todas a esta acción, ya por muchas veces inconclusa, me aproximo al vidrio empañado por su aliento, graciosamente humedecido por el calor del ambiente, justo cuando mi esfuerzo alcanzaba su plenitud, traducido en la simple cercanía que me permitiese lograr esa claridad tan esquiva, como un destino ineludible tan trágico, como imprevisto y devastador, veo en una acción casi eterna, levantarse de la mesa la figura sin rostro, mas difuso que nunca, negando con esa simple acción todo el universo de mis reducidas posibilidades, como desligándose de todo acontecer, concluyendo su paso fugas por esta obra, en franca retirada y declarando su abandono se apagan las luces, finalizando así fríamente el acto, baja el telón, tras el cual quedan los actores a ambos lados.

A la distancia, marcada simplemente por un par de metros, solo logro distinguir una figura que poco a poco se diluye hasta cerrarse en un punto, creo apagar mi mirada, mientras el líquido de la copa comienza a aumentar su volumen, llevándome suavemente en el y con el.

nada impide que todo vuelva a comenzar, sin embargo, de la misma forma nada indica que esto pueda terminar… reflexiones trasnochadas, de un trasnoche anticipado, justo en una noche presurosamente trasnochada.

sábado, 16 de febrero de 2008

DESEO

Cuando sin querer
el azar me consume en pulsiones,
y mi sangre hierve a destajo,
me poso en tu cuerpo
cierro los ojos y deseo.
Cuando imagino tus pechos
marcando sus formas,
jugando a agitarme,
tu cuerpo se acerca, tiemblo en silencio
siento tu roce y deseo.
Al encuentro de tu cuerpo,
ansioso de ganas,
mis manos, titubeantes y torpes
se hunden en tus formas
húmedas y tibias,
y de solo pensarlo
muerdo mis labios y deseo.
Al despertar,
cansado de tal aventura
y de esa noche gozosa
sonrío y me rió
pensando si aquello,
sencillamente era simple deseo.
Me toco con fuerza y sintiendo que aún te resistes,
te llevo conmigo,
finjo tenerte,
y al terminar el día, no hay duda,
me condeno a mi cuerpo,
es sencillo pues,
soy simple y puro deseo.
Deseo, deseo y deseo,
el placer me consume
conjuro mi instinto, es cierto
…DESEO.

UN MAL SUEÑO


El de anoche fue un mal sueño,
y eso que nunca soñaba
a ratos creo incluso sollozaba
sin final ni comienzo
soñé que soñaba, y en el sueño,
me engañaba
soñe que a ratos despertaba
y en el ensueño,
todo cuanto me pasaba
una y otra vez me inquietaba.
Se que fue un mal sueño,
pues el sueño me soñaba.
Se que fue un mal sueño
pues tu imagen se esfumaba.
A momentos quiero despejarme,
y de día sueño no soñarme
con tanta fuerza
como de noche evito despertarme
sin duda
lo de anoche fue un mal sueño
tanto, tanto
que no quiero ni acordarme,
y de ese mal sueño
creo que tengo que olvidarme.

Desde el borde, todo es distinto. Yo…el otro.

O de las preocupaciones de un sujeto alienado, y sobre algunas formas de caminar por el borde sin caer en el abismo.

He comenzado a reflexionar, casi inconscientemente, sobre algunas cosas, cosas con las que hasta hace algún tiempo atrás jamás me había enfrentado…enfrentado, si esa es la palabra correcta, es como si se pusieran frente a mí, tratando de hacerse visibles, de llamar mi atención. A ratos las olvido y me sumerjo en cuestiones más bien de tipo práctico, propias del ajetreo diario, pero hay ciertos momentos en los cuales pareciera caer en una profunda quebrada, ¿tal vez esto que me ocurre no sea algo tan particular?, ¿tal vez sea algo más común de lo que parece?… pero, ¿ y si no lo fuera?
Pareciera no importarle a nadie más que a mí, espero equivocarme. Hay momentos en los que miro a mi alrededor y sólo veo rostros que, a pesar de haberlos visto por largo tiempo, me son tan ajenos, tan distantes, tan extraños…creo conocerlos, más de una vez he sido sorprendido en esta acción, observando a mi alrededor y mi mirada se ha cruzado con otra, me sonríe, preguntando alertada seguramente por mi expresión de desconcierto, respondo con una sonrisa, casi nerviosa.
En un par de ocasiones, alguien se me ha acercado y tratado de interrogarme, mis respuestas: una serie de evasivas, me incorporo raudamente y comienzo a repetir la misma rutina evitando mis propias inquietudes, la mayoría de las veces, cuando me encuentro así, pareciera ser invisible, esos momentos son asombrosos, es como si por un instante pudiera comprenderlo todo, sonrío y vuelvo a lo que ocurre en la sala, creo haber estado largo rato en aquel estado, la verdad, sólo han sido un par de segundos.
Cuando me reintegro, ansiosamente miro a mi alrededor, tratando de captar si alguien logró percibir lo que sé de antemano, fue imperceptible.
Es todo tan complejo, y la rutina pareciera ser cómplice de esa complejidad, amparándola con un velo tan tenue, no sé realmente si me atrevo a develar todo aquello, tímidamente me permito descubrir algunas partes, o más bien creo hacerlo, ojalá fuera sólo un mal sueño, ya ni siquiera me atrevo a valorarlo, a veces pienso que tal vez si despierto, todo será más claro, más sencillo… hace algún tiempo todo era tan simple, casi perfecto, a ratos, culpo a mi edad de esto… como si ella me pudiera ser ajena, ¡qué absurdo!. De cualquier forma, siento la imperiosa necesidad de contarlo, ¿pero cómo?, las palabras, el lenguaje, las circunstancias parecieran confabularse y no sólo eso, otras preguntas se despliegan ante mí; impávido: ¿a quién?, ¿con quién contar?, parezco ser el único testigo de mi locura….¿será esto locura?
Los días pasan tan sutílmente, se descuelgan uno tras otro, son sólo imágenes, fotografías de instantes que a veces logro articular con cierto orden, leí en algún texto una descripción así, esquizofrenia, era el nombre de esa patología ¿será este tal vez el nombre más apropiado para definir lo que me ocurre?
Estos cambios de ambiente, de realidades, de actitudes a los que expongo diariamente a cada instante, son tal vez los que me abruman, debo ser tantos a la vez, tantos en uno, la casa, la familia, el colegio, los amigos, los profesores, a veces me alterno, soy y no soy, y en ese juego me confundo. Debería elegir uno y ser ese siempre, pero los cambios me seducen, esa tal vez sea la clave… ¡¡¡ sí!!! , esa parece ser la puerta giratoria, aquella que me hace salir y entrar de mis problemas, pero es acaso posible evitarlos, cada uno de ellos me sumerge en su mundo y en cada uno de ellos llego a sus límites y una vez allí, con una mueca de horror me retraigo, ¿no sé si es asombro o espanto y tal vez lo peor, no sé si quiera o pueda evitarlo?
Pareciera ser que estoy extremando demasiado algo que tan sólo sea un puñado de situaciones pasajeras que me agobian, y que así como surgieron desaparecerán, si no fuera de esa forma, nada tendría sentido, el escepticismo se apoderaría de mí, la duda sembraría en un terreno fértil y quién sabe qué engendro brotaría desde lo más recóndito de mi ser, sin embargo algunos parecen ser inmunes a estos ataques del cuestionamiento, no todos parecen ser terreno productivo.
Evidencias de ello, se atropellan en mi memoria a unas cuantas, recuerdo que no muchos entendieron cuando se mencionó algo devidencias hay miles recuerdo que eso en filosofía, muchos jugaron con la duda, tal vez como una forma de obviarla, de evitarla, y como anticipándose a su incapacidad de responder a ciertas interrogantes, a esa determinación, que me atrevería a definir como genética, que pone al hombre cara a cara con sus limitaciones, al verse acorralado por sus propias reflexiones ¿o fue tal vez en otra asignatura?. Son tantas, y todas tan dispersas, a veces tan inconexas, como verdaderas parcelas, donde sus límites se marcan tan tenuemente, hay días en que sólo parecieran ser una, todo coincide, todo conduce al mismo punto, las relaciones se desdoblan en mi mente, trato de expresarlas, pero de nuevo ahí todo se desvanece, pareciera sólo yo captarlo.
De sopetón, alguien interrumpe mis cavilaciones, no logro escabullirme ante su abordaje, sorprendido, me abro con un par de frases que brotan de mí sin previo aviso, casi como un reflejo, como un acto defensivo, en el cual expreso sólo una parte ínfima de mis inquietudes que se desprenden de mis labios, casi sin esperar una respuesta, como un par de palabras al aire - y pienso - ya nada puede sorprenderme y agrego aún más introspectivamente, tal vez jamás lo entenderías, susurrando
En ese mismo instante, emulando un tono lacónico y resignado, escucho una respuesta coherente a aquello casi incomprensible que había expresado - imposible pensé - levanto la mirada inquieto y veo allí, frente a mí… un espejo.
Tal vez sea una metáfora curiosa, pero revela lo maravilloso del momento, el cual se rompe abruptamente, la hora ha transcurrido raudamente entre cavilaciones y materia, después de un par de palabras e instrucciones comienzan a salir los demás a recreo, sin embargo algunos continuamos juntos, puede ser que allí, en algún momento tenga la oportunidad de exteriorizar todo esto, reflexiono en voz alta, quizás sea posible - me responde quien se había incorporado a mis pensamientos – incluso hasta puede resultar productivo, aunque nada positivo puede surgir de la duda – exclama -¿de verdad crees eso?, probablemente sí, aunque nunca lo había pensado seriamente, a ti también algo parece atormentarte?…¡¡¡atormentarme!!! no; inquietarme tal vez sea la palabra más precisa, ¿qué te inquieta entonces?- no sé realmente si es esto, la verdad me cuesta identificarlo, pero creo que es el futuro, lo que viene, el sentirme en transición, sin saber qué ocurrirá mañana, sin saber si podré enfrentarlo, si viviré para ello, si tiene sentido todo esto, si cuando despierte mañana todo seguirá igual o habrá experimentado algún cambio ajeno a mí, que derrumbe todo el camino recorrido, para qué, para quién, ¡temo no poder ayudarte! - no quiero ayuda, sólo quiero saber si sientes lo mismo - si te dijera, probablemente no me creerías - a esta altura todo podría ser posible.
Es cierto, la incertidumbre rompe con todo, pero acaso algo puede brindarte esa tranquilidad que pareces requerir - eso en cierta forma es lo más paradójico, sé que no, y puedo asegurarte que no es tranquilidad lo que busco, así como también tengo la certeza que una reflexión como ésta no puede resultar vana - quizás sea sólo estrés – puede ser - comienza la clase, el escenario se altera por completo, el aire, lleno de ruidos, conversaciones distantes, murmullos, miradas, sonrisas, preguntas, todo cambia, y me sumerjo en ese ambiente; soy en él, me transmuto, casi en un ejercicio de comunión con mi entorno y sus actores, pasan los segundos, los minutos, parezco ser uno de ellos, me evado, mis reflexiones parecen tan distantes, creo comprender lo que sucede - y pienso - nada es igual, los minutos anteriores y los anteriores a ellos son tan distintos, son las mismas caras, pero todo cambio, es todo tan diverso … lo cotidiano, la rutina, ahora esas palabras me parecen tan extrañas, todo es excepcional. Paso mi mano con fuerza por mi cara y me detengo, por una fracción se segundos, en los ojos, los presiono llevando mis dedos a la comisura de ellos, pensando ingenuamente que con esa acción puedo agudizar su función, como si aquello sirviera para ver con mayor claridad, como si mis sentidos fueran de fiar, pero al mismo tiempo como tratando de asimilar tal vez esta realidad. Paulatinamente, como presa de un miedo fóbico y casi en cámara lenta, comienzo a abrirlos, esperando no sé qué, los abro y todo está ahí, como contemplándome.
Al finalizar la jornada soy el último en retirarme, nada me apura, recojo todo, lo guardo en mi bolso paulatinamente, miro a mi alrededor, la sala vacía, dirijo mi andar a la salida, con miles de ideas revoloteándome, caminando, vuelvo la mirada hacia la sala, los bancos parecen despedirse, como mudos testigos de un padecer diario, me detengo por algunos instantes en el umbral de la puerta, y se despliega ante mí, todo un mundo, distinto, respiro profundo y una carcajada muda se asoma, sonrío, casi tratando de evadir lo que sucede - y pienso- que increíble sería si todo no fuera más que un sueño, ¡¡qué dulce sería!!, de pronto, un ruido ensordecedor aturde mis sentidos, el reloj son las 06 :40 AM…comienza un nuevo día.


VUELTA A CERO...o de la incertidumbre a la rutina.

Como de costumbre es e día se fue temprano en la mañana a la Oficina de Correos, parecía que aquel iba a ser un día como cualquier otro. En el camino curiosamente no se encontró con nadie de los que habitualmente merodeaban por las calles del sector, pero en ese momento no pareció tener ninguna importancia.

Al doblar en la esquina, justo una cuadra antes de su lugar de trabajo, le pareció desconocer la calle por la que había transitado por cinco años todos los días, pero inmediatamente pensó en lo ocupado que su actividad laboral lo mantenía todos los días y quizás por ello no se había percatado de cómo había cambiado aquel sector. Rápidamente recobró la atención en llegar raudo a su destino, ya que eran las diez menos cinco y llevaba varios días llegando después de su horario de entrada y el nuevo administrador era bastante quisquilloso con el horario, con paso firme bajo la vista y aceleró su caminar.

Sin querer y sacando cuentas de la cantidad de cartas por repartir que el día anterior no había entregado, subió las escaleras y empujo, casi en forma mecánica, la puerta giratoria de entrada al recinto, sin mirarla, rápidamente sintió que la textura de la puerta era demasiado áspera para la puerta de vidrio de la entrada, en cuestión de segundos levanto la vista y se encontró con una puerta de madera que era la entrada a una construcción. Con una sonrisa de desconcierto se alejo un par de metros moviendo la cabeza y pensando en lo distraído que estaba.

Al mirar a su alrededor un escalofrío recorrió todo su espalda, sin pensarlo comenzó a recorrer el lugar tratando de asegurar la certeza, a la cual se aferro por unos instantes, y que sólo su despreocupación lo había hecho equivocarse tal vez de cuadra, pero mientras más avanzaba, mas desconocido se tornaba el sector. Se detuvo abruptamente frente a una vitrina que por efecto de la luz reflejaba una imagen que debió ser la suya, pero no se reconocía en aquel reflejo, se fue acercando con espanto al improvisado espejo y logró percibir que sí bien era él quien estaba en el reflejo, su vestimenta no era con la cual se había levantado aquella mañana. Por un momento creyó reconocer a alguien que irrumpió en el reflejo y que lo miraba con cierta extrañeza, se dio vuelta y con un sentimiento de tranquilidad exclamó, Alberto, a lo cual el sujeto exclamó, perdón, Alberto que alivio, replicó, sin reparar en que el sujeto parecía tan desconcertado como él, señor, creo que usted me confunde, exclamó el sujeto y con indiferencia emprendió su camino.
Sin comprender que sucedía se tomó la cabeza con ambas manos y se sentó en algo que parecía ser un monolito, de pronto le pareció que esa situación ya la había vivido en otra ocasión. ¡¡¡¡Claro!!!! Fuera de la Oficina de Correos había un monolito en el cual siempre se sentaba a ordenar las primeras cartas, se para y lo observó, con cierta esperanza… efectivamente, el monolito tenía una inscripción que recordaba la fundación de la oficina, se volteo y con asombro se encontró frente a un edificio de unos 15 pisos, con una gran placa que decía: Oficina de Correos de Chile.

Si ya estaba complicado, esto lo confundió aún más, caminó un par de metros en dirección contraria y se sentó en un lago pasillo de bancas, en lo que parecía ser un paseo peatonal que daba justo frente al edificio, sólo en ese momento comenzó a recordar lo que en la mañana le había ocurrido y, en su momento lo había considerado normal. Primero que no topará con nadie en el trayecto a la oficina y segundo que desconociera el sector el sector donde se encontraba, de pronto recordó que había salido en la mañana con algo imprescindible en su trabajo, el bolso ene el cual guardaba la correspondencia que debía repartir en el día, se levanto y corrió al sector en el cual inicialmente había comenzado esta verdadera pesadilla, en el lugar no había nada sólo ese edificio en construcción. De pronto observó que en la puerta había un letrero al que no había prestado atención que decía, NO SE ACEPTAN CARTEROS, una mueca de incomprensión se dibujó en la cara de Andrés, pero ¿Cómo?, ¿Que tiene que ver un cartero en una construcción? De improviso la puerta de madera que servía de acceso a la construcción se abre abruptamente y se asoma un rostro que pareció conocido, hola Andrés, exclamo la persona, otra vez por acá, sin entender lo que sucedía se acerco al sujeto y reconoció consternado al Administrador de la oficina que evidentemente, hacia las veces de capataz de la construcción, su atuendo obviamente distaba mucho del que utilizaba en el trabajo, don Pedro, exclamó tímidamente, no… si soy Meter Pan, respondió irónicamente quien se suponía era, hasta el día anterior, el Administrador de la Oficina de Correos.
Te dije ayer que no se aceptan carteros, exclamó, cuando Andrés se preparaba a volcar todas sus dudas en aquel sujeto, éste cerro de un golpe la puerta, sin aún comprender la situación se dio vuelta y comenzó a caminar por la calle con las manos en los bolsillos, al cabo de un par de metros se detuvo y observó que se repetía un hecho, el que no circulaba absolutamente nadie por las calles, ni siquiera habían vehículos. Hasta ese momento sólo se había encontrado con dos personas, el sujeto que lo observaba en la vitrina y el capataz de la construcción. Ambos curiosamente eran caras conocidas, todo era confuso, casi por un impulso decidió ir a aquel lugar que tenía el monolito y que se encontraba fuera del edificio de la Oficina de Correos, miles de pensamientos se agolpaban en su cabeza, pero todos sólo ayudaban a aumentar su sentimiento de incertidumbre, a pocos metros de la entrada observó que se acercaban al edificio algunas de las personas que ingresaban, al parecer, mostrando una identificación. Casi como un destello pensó que sólo había algo que se mantenía como referencia en los extraños acontecimientos del día y era el hecho de que el seguía, a diferencias de muchas cosas, siendo un cartero, lo afirmaba el que lo reconocieran en la entrada de la construcción como tal, se ordeno el pelo en una acción inconsciente y se dirigió sin vacilar a la entrada del edificio, de la nada surgió un guardia que lo tomó del hombro y le solicitó su identificación, Andrés no había reparado en ese detalle, pero automáticamente dirigió su mano en busca de la identificación que, como de costumbre, guardaba en la cartera derecha de su chaqueta, introdujo su mano y confiadamente sacó la billetera, la abrió, tomó la identificación con la cual contaba y la entrego al guardia, todo esto mirando insistentemente hacia el interior del edificio, sin reparar en que como estaban las cosas quizás que podría decir aquella identificación, casi en el mismo momento en que reflexionaba sobre este asunto, el guardia le dijo, adelante, y depositó la identificación en un gabinete, vaciló por un momento e ingreso, temeroso, al edificio. Lo primero que divisó fue una pileta de agua justo en medio del espacio del primer piso, lo que acrecentó la sensación que desde hacia un momento había comenzado a experimentar sequedad en al garganta. De pronto se percató que toda la actividad que no existía fuera del edificio, la gente, el ruido se encontraba allí; se aproximó al guardia y con mucha amabilidad le solicitó un vaso de agua, por supuesto, le respondió y lo conminó a seguirlo a una suerte de cocina que se encontraba en una esquina de ese piso, sin ver la cara del guardia recibió el vaso de agua y al momento mismo de aproximarlo a su boca sintió una sensación de desvanecimiento.
Al recuperar el conocimiento se encontró recostado en lo que se parecía mucho al despacho del administrador en la Oficina de Correos, antes de que terminara de realizar una especie de reconocimiento visual entró en la oficina don Pedro y le dijo, ya viene su señora, no se preocupe le aseguro que su traslado al edificio central de las oficinas de correos, será algo nuevo, pero se va a acostumbrar