miércoles, 2 de diciembre de 2009

SOSTENER LA MIRADA

O de las distintas maneras de ser, asumidas como mil formas de estar, notas para la articulación de estrategias disuasivas en espacios de evasión.



Cerró lentamente los ojos y apretándolos con fuerza, pensó en abandonar su cuerpo cansado, sólo las voces de quienes lo rodeaban retenían su consciencia, intentando contener por algunos segundos más su consciencia a ese espacio saturado, de ideas, de miedos y de envidias, que tantas veces lo habían agobiado. En un par de segundos, sin embargo, los sonidos, los ruidos y la banalidad que hasta ese instante lo habían rodeado, se fue alejando, como si a muchos kilómetros de distancia se hubiesen quedado, y al cabo de tan sólo algunos minutos, todas esas sensaciones habían cesado, ni ellas, ni él, se habían quedado, o tal vez de ellas por fin se había alejado, quizás después de algún rato se encuentren en algún lado.
En ese preciso instante comenzó su viaje, que lo llevo de la tierra al cielo, en mil leguas de delirio, delicadamente envuelto hasta lugares de ensueño, que jamás nunca antes había visitado.
De pronto, fugaz, casi apresurado, así como se fue, volvió, y un par de segundos se vio enfrentado, en aquel espacio que instantes antes había abandonado, a sí mismo, tal y como antes se había dejado. Esperando no reconocerse se interpelo buscando respuestas, sin ser visto, ni escuchado, sin siquiera ser contemplado, miro a su alrededor esperando no haber sido por nadie observado mordiendo su orgullo, cogió su par de alas, respiro profundo, sin sentir dentro de sí, el aire que había almacenado, cerró los ojos, se acerco al abismo y supo que jamás volvería a ese espacio, que sin pensarlo segundos atrás, casi como en un sueño, había dejado.

PD. Alguien dijo que, jamás se está donde se quiere, pero creo es más propio sostener que nunca se quiere estar donde uno esta, y esa simple distinción marca el devenir del destino en la tragedia, que mas que griega, es el de la vida contemporánea, y la resistencia a lo concreto de los hechos que se despliegan frente a mis ojos, no es otro cosa más que la negativa a asumir las consecuencias de mis actos, que son propios, nunca ajenos, y allí es donde mirando de frente el acontecer, sostengo la mirada y me reconozco, en ellos. Ese es el principio de mi libertad y paradójicamente, el comienzo de mi prisión.

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